Para siempre era mucho más corto de lo que a nadie le gustaría creer.
Siempre debes aferrarte a las cosas que te hacen feliz.
No era amable, no era estable, y se hallaba roto en todos los
lugares correctos e incorrectos, pero no podía culparle por su frialdad.
Veía más allá del odio en su mirada y notaba el dolor en su frunce.
Veía las partes rotas que, de alguna forma, encajaban con las mías.
Todo el mundo merece una persona que pueda mirar a los ojos y decir:
“Eres suficiente. Eres perfecta, con cicatrices y todo.”
Existía algo que le pasaba a las personas más cuerdas cuando otros
hablaban de sus hijos: te convertías en una bestia y harías cualquier cosa para
proteger a tus hijos de los lobos del mundo...
Porque a veces los otros tienen dificultades para abrazar las
diferencias de las personas.
Pensé que tenía más tiempo, pero a veces el mañana nunca llega y
sólo te quedas con los recuerdos de los ayeres.
No tienes que estar bien todo el tiempo. Está bien estar herida a
veces. Está bien sentirse perdido como si estuvieras dando vueltas en la
oscuridad. Son los días malos los que hacen los buenos mucho mejor.
Estábamos tan cerca que era difícil saber si éramos dos personas
separadas o una sola alma descubriendo su llama interior por primera vez.
¿Conoces ese lugar en medio de las pesadillas y sueños? ¿El lugar
donde el mañana nunca viene y el ayer no duele más? ¿El lugar donde tu corazón
late en sintonía con el mío? ¿El lugar donde el tiempo no existe, y es fácil
respirar?
Quiero vivir allí contigo.
Como padre no existía nada mejor que saber que tu hijo sonreía.
- ¡Elizabeth! – gritó Tristan, corriendo desde la parte trasera de
su casa. Cada parte de mi comenzó a entrar en pánico cuando lo vi cada vez más
cerca. - ¡Elizabeth! – gritó. Se hallaba empapado de pies a cabeza cuando llegó
al último escalón del porche. Las palmas de sus manos cayeron sobre sus
rodillas mientras la lluvia seguía lavándolo, y el trató de recuperar el
aliento una vez más.
- ¿Qué pasa? – pregunté, mi voz temblando de miedo.
Parecía asustado. Bajé del porche y me uní a él bajo las precipitación,
poniendo mis manos contra su pecho mientras él se levantaba - ¿Estás bien?
-
No
- ¿Qué está mal?
- Me hallaba sentado en mi cobertizo y tu cruzaste mi
mente. – Entrelazó sus dedos con los míos y me aproximó más a él. Mi corazón
latía con fuerza en mi pecho, mis nervios aumentando mientras miraba sus
labios, tomando cada palabra que salía de su boca. – Traté de impedir que
cruzaras mi mente. Traté de sacudirte de mis pensamientos. Pero me quedé
pensando en ti y mi corazón dio un salto. Y entonces… - se acercó más, sus
labios a milímetros de distancia de los míos, su boca rozándose lentamente
contra mi labio inferior. El calor de él anuló el frío de la lluvia. Era una
especie de calidez que nunca supe que existía una manta protectora que despidió
los pasados dolores y tristezas. La voz de Tristan se sacudió mientras seguía
hablando, - y entonces, accidentalmente caí enamorado de ti.
- Tristan…
Sacudió su cabeza hacia atrás y adelante. – Eso es malo, ¿verdad?
- Es…
Su
lengua bailó a través de mi labio inferior antes de que lo chupara suavemente
entre los suyos. – Horrible. Así que ahora mismo, Lizzie… si no quieres que te
ame, dímelo y me detendré. Voy a caminar lejos y dejaré de amarte. Aléjame, si
quieres. Dime que me vaya, y lo haré. Pero, si hay alguna pequeña parte de ti
que está bien conmigo accidentalmente enamorándome de ti, entonces empújame más
cerca. Llévame a tu casa, guíame a tu dormitorio, y déjame demostrarte lo mucho
que me estoy enamorando de ti. Déjame mostrarle a todos y cada uno de los
centímetros de tu cuerpo lo loco que estoy por ti.
Un nivel de culpabilidad
se asentó en mi estómago. Miré el suelo. – No sé si estoy lista para decírtelo
aún…
Levantó mi barbilla con su dedo y miró fijamente a mis ojos. – Eso está
bien – prometió, en voz baja. – Estoy bastante seguro de que tengo suficiente
amor para los dos.
– Esto significa que el hijo de puta permitió que me enamorará y
confiara en él, sólo para romper mi corazón. ¡Nunca me enamoro! ¡Nunca nadie me
lastima! – sus ojos se llenaron de lágrimas, pero se negó a parpadear porque
sabía que caerían. Las lágrimas siempre fueron una forma de debilidad para
ella, y me di cuenta de que lo último que Faye quería era sentirse débil. –
Pero ahora creo que todo se está rompiendo por dentro. Literalmente, siento
cada centímetro de mí desmoronarse a cada segundo, y ni siquiera puedo ir a
donde mi mejor amiga porque ella perdió a su maldito esposo y realmente ha
tenido un año de mierda. No debería haber venido a ti porque resulta que
también has tenido un año de mierda, ¡pero no sabía que hacer! Estoy con el
maldito corazón roto.
“Quiero decir, ¿por qué alguien haría esto? ¿Por qué
las personas se enamoran si puede que haya una posibilidad que se sientan de
esta manera? ¿Qué carajos les ocurre a los seres humanos? ¡Los SERES HUMANOS
SON JODIDAMENTE TAN ENFERMOS Y RETORCIDOS! Quiero decir, lo entiendo, se siente
bien, ¿sabes? Estar enamorada, ser feliz. – Su cuerpo tembló mientras las
lágrimas caían más rápido de lo que podía respirar. – Pero cuando esa alfombra
mágica es arrancada de tus pies, toma todos los sentimientos felices y buenos
con él. ¿Y tu corazón? Simplemente se rompe. Se rompe sin remordimientos. Se
rompe en miles de pedazos, dejándolo insensible, mirando sin comprender las
piezas porque todo su libre albedrío, todo el sentido común que una vez tuvo en
su vida se ha ido. Diste todo por esa maldita cosa llamada amor, y ahora sólo
estás destruido.
La angustia vale la pena en esos poco momentos de felicidad, y los
pedazos de un corazón destrozado pueden juntarse. Quiero decir, habrá grietas,
cicatrices y a veces ese recuerdo ardiente del pasado, pero ¿quemarte? Es un
recordatorio que has sobrevivido. Arder es nacer de nuevo.
Quería despertar y no saber nunca cuanto podían romperse los
corazones.
A veces la vida es extraña. Sólo tienes que hacer frente a la rareza
y espero que encuentres algunos bichos raros con los cuales avanzar.
– Supongamos por un segundo que tienen razón. Supongamos que al
final de esto, no terminamos felices. – Suspiró contra mi piel, sus labios
pasaron sobre mi estómago desnudo. – Pero mientras el aire entre y salga de mis
pulmones – su lengua bailó sobre el borde de mis bragas, - mientras respire,
lucharé por ti. Lucharé por nosotros.
Me enamoré con la idea de él primero. Me enamoré con la idea de un
hombre que algún día podría hacerme reír, sonreír y llorar a la vez. Me enamoré
con la idea de él amándome por mi desolación, por mi dolido corazón. Me enamoré
con la idea de sus besos, sus caricias, su calor.
Él era el amor.
Me hacía sonreír. Me hacía feliz. Me hacía reír en
un mundo que se encontraba decidido a hacerme llorar.
Las lágrimas se
formaron en mis ojos, y traté de entender cómo… ¿Cómo podría ser que se me
permitiera amar a un hombre quién también me amaba?
Era una sensación tan
especial, amar y ser amado. Encontrar a un hombre que no sólo te quería, sino
que apreciaba la mejor parte de ti, tu niña. Fui bendecida más de lo que jamás
las palabras podrían expresar.
- ¿Cuándo se detiene la vida de hacerte daño?
- Cuando aprendemos
a decirle a la vida que se joda y nos encontramos con los motivos más pequeños
para sonreír.
La amaba por todo lo que era y por y todo lo
que no era. La amaba en los rayos del sol y en las sombras. La amaba en voz
alta, la amaba con susurros. La amaba cuando peleábamos, la amaba cuando
estábamos tranquilos