Hay
dos mundos, cuenta la leyenda. El del derecho y el del revés. Los del derecho
odian a las personas que habitan el del revés. En el mundo del revés no existe
el odio.
Son gente extraña los ciudadanos del mundo del revés. Apenas usan
los celulares, y cuando hablan se miran a los ojos. Aceptan las diferencias, y
cuestionan las igualdades.
Los locos andan sueltos, y son las personas más
interesantes. No existen los programas de chimentos, porque cada ser anda
entretenido con su vida. Hay leyes en el mundo del revés. Son simples, y se
cumplen.
Artículo 34: Prohibido comer chocolate pensando en las calorías.
Artículo 15: Prohibido asistir a eventos “de compromiso”.
Artículo 12: El
Gobierno federal no sostiene ningún culto. Puede usted creer en lo que quiera.
No existen la visa, ni el pasaporte. Cada persona puede viajar, estar y
quedarse, en cualquier parte del mundo. Tampoco existe la moda. Cada
mundoresviano se viste con lo que quiere. Cuando las personas no se gustan, se
lo dicen. Cuando se gustan, se dejan llevar. En lugar de mediar con dinero, las
cosas se obtienen por trueque. Los mundosresvianos no comprenden por qué habría
que darle tanto valor a un papel.
Hay varios dioses, todos imperfectos. A
veces dan malos consejos, y son muy malos jugando al póker.
- ¡Me dijiste que
la llamara!
- Es que pensé que te quería.
- Pero, ¿no te diste cuenta que
no me quería?
- No. Me distraje horas mirando una flor.
- No podrías ser un
Dios en el mundo del derecho.
- Bah. No te lo creas. El Dios al que le rezan
los de allá hace cosas mucho peores.
El pueblo gobierna, y el Estado escucha.
Cuando los mundoresvianos se drogan o emborrachan, empiezan a comportarse como
los del mundo del derecho. Entonces mienten, exageran, faltan a los códigos, y
comen cosas dietéticas. Se preocupan por el futuro, trabajan infinitas horas, y
pasan más tiempo frente a la televisión que usando la imaginación.
La
sexualidad no está dividida por categorías en el mundo del revés. Ellos
entienden que no es relevante. Cuando quieren insultar a alguien, enojados gritan:
“¡Ojalá que no juegues nunca más como
cuando eras chico! ¡Ojalá visites las montañas y no te gusten! ¡Ojalá tomes el
café con edulcorante!”.
Los bares están pintados con poesía. En las
clases universitarias, los alumnos participan, y los docentes se desesperan por
aprender de ellos. Los teatros están llenos y las cárceles vacías. El desamor
no es una desgracia, es una experiencia. Los periódicos no tergiversan,
informan. Ninguna persona es millonaria. Tampoco alguien muere de hambre. Hay
muchas hamacas, y pocos vicios.
A veces los del mundo del derecho visitan a
los del mundo del revés. Y cuando éstos cuentan cosas de su planeta, los
mundoresvianos los miran sorprendidos y piensan “¡Qué raros! Quién podría vivir en un mundo así”…
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